El Islam en Reino Unido: entre la integración y el conflicto permanente
Las generalizaciones y las simplificaciones son el origen de las ideologías. Estas idiotizan tanto las ideas que las convierten en dogmas. Los porqués y los cómo se vuelven irrelevantes. Por su culpa, el siglo XX fue lo que fue hasta la caída del Muro.
Muchos en Occidente están preocupados por el avance musulmán en los distintos países de Europa, pero de ninguna manera ella está perdida o tomada por el Islam. Como comenta Ignacio Montes de Oca en este hilo, los números no son tan graves y no es necesario entrar en conspiraciones y “teorías del reemplazo”. Pero sí es difícil de discutir que la convivencia de los europeos con sus musulmanes dejó de ser pacífica.
La religión musulmana existe en Reino Unido desde hace más de un siglo. La primera mezquita se instaló en Woking en 1889. Como pasó con todas las naciones colonialistas, la autopista iba para los dos lados. Los ingleses se instalaban en países de religión musulmana y los musulmanes venían a instalarse acá.
En las últimas décadas, Reino Unido continuó recibiendo inmigrantes de los países árabes y de otras excolonias, sobre todo de Pakistán, Bangladesh e India. Irak, Líbano y Siria también contribuyeron a la población musulmana inglesa, aunque esto se dio en años más recientes, con el estallido de múltiples conflictos armados en Medio Oriente.
Las ciudades inglesas cambiaron, pero en gran medida los recién llegados también lo hicieron. Sobre todo, aquellos que llegaron durante el siglo XX, antes del 11 de Septiembre y del surgimiento de organizaciones como Al Qaeda, ISIS y Hamas. En mi vida acá, conocí musulmanes seculares, de tercera generación y llegados de India, que viven prácticamente como Occidentales. Pero también vi mujeres musulmanas vestidas con burqas, caminando obedientemente como ovejas detrás de sus maridos por Regents Park. Y todos vimos las marchas luego del 8 de octubre.
Ed Husain es uno del primer grupo. Nació en el este de Londres, de padre hindú y madre de Bangladesh. Preocupado por las marchas pro-Palestina que unieron a cientos de miles de musulmanes y que tomaron las calles de Londres, se dedicó a analizar esta versión tan fundamentalista del Islam y a entender qué es lo que está pasando en su comunidad. El resultado final es “Entre Mesquitas” (Among the Mosques), un recorrido por las grandes ciudades de Reino Unido donde el autor reflexiona acerca de los desafíos que su religión tiene por delante si su objetivo es el de integrarse con la sociedad inglesa y modernizarse.
El libro es sombrío por partes, sobre todo el último capítulo cuando Husain describe rituales chiítas en Londres. A pesar de que Reino Unido está lejos del continente en cuanto al número total de musulmanes, es la forma y la intensidad con la que pretenden llevar sus vidas adelante lo que genera preocupación y miedo en sus conciudadanos. El servicio secreto inglés confirmó en 2020 que están monitoreando a 43,000 sospechosos de terrorismo. El 90 % quieren instaurar un califato. Hoy deben ser más… y hay muchos otros que el servicio secreto ignora. Husain también advierte acerca de la proliferación de mesquitas de corrientes literalistas y sectarias que no admiten grises. Estas mesquitas son las más numerosas en Reino Unido. Denominaciones como la Barelwi, Deobandi, Salafi, Islamistas y chiítas compiten constantemente y buscan imponer sus respectivos modelos del “musulmán británico” definitivo y llegar a posiciones de poder estatal. Los refugiados de zonas de guerra llegan con una enorme influencia, y les ordenan a los más jóvenes que deben levantar las banderas y causas de sus países de origen en los barrios en el que sus familias vivieron tranquilas y en paz durante décadas. Los líderes más ancianos consideran esto fuera de lugar e innecesario. Pero esto no impide que los países anfitriones pasen así a ser una prolongación atenuada, pero igual de emocional, de lo que sucede en Siria, Libia, Líbano y Palestina.

Husain y, según él, la mayoría silenciosa de la comunidad musulmana, no van a estas mesquitas, a pesar de su proliferación. Describe en numerosas ocasiones como la mayoría no se llenan y se sorprende del atraso que esta forma de Islam representa, en relación con la que se practica en Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Turquía. Este Islam practicado en Reino Unido, esta acentuado por tres factores que no existen con tanta fuerza en aquellos otros países. El primero es lo que Husain llama “comunalismo”, con el que describe a esas divisiones internas y tajantes que se dan dentro de la comunidad musulmana. Los que debaten y deciden cuál corriente gana son los clérigos, lo que nos lleva al segundo factor. Mientras que en Turquía y Emiratos Árabes los clérigos llegaron a ser objetos de burla por parte de sus fieles por lo retrógrado y primitivo de sus ideas (afín a un sacerdote católico queriendo volver a la Insquisición), en Reino Unido los “muftis” y “mullahs” son celebrados según cuál enseñe el Islam más literal e intransigente. Califican como “fitna” a todo aquello fuera del Islam que pueda generar debate, dudas y tentación. Este “clericalismo” enseña y transmite a sus fieles una casi nula capacidad para el pensamiento crítico, el debate y, en última instancia, el crecimiento. Una fe poco probada y expuesta a cuestionamientos solo genera fieles infantilmente fanáticos. Un caldo de cultivo ideal para el tercer y último factor mencionado por Husain: el califismo. El califismo es la idea de que hay que promover un califato mundial, en el que el Islam lo cubra todo y la sharía (el derecho musulmán teocrático) establezca las reglas de convivencia. En Reino Unido, por ejemplo, existen cortes de familia que aplican la sharía, pero si los mullahs no llegaran a considerar esto suficiente, ellos se abrogan el derecho a casar parejas sin necesidad de pasar por el registro público. Husain explica lo problemático que esto es para mujeres que se quieren divorciar de maridos violentos ante las cortes seculares. ¿Cómo obtener un divorcio si no se tiene registro del matrimonio precedente?
Ed Husain no cree, sin embargo, que la culpa la tengan solamente los musulmanes que llegan al país. Él culpa a los ingleses y en particular a los musulmanes ingleses que son cómplices de tolerar la intolerancia. El nivel de ceguera, fanatismo y atraso queda plasmado en la siguiente frase, expresada por un mullah “renegado” que busca llevar al Islam a la modernidad: “Hermano, vivo en una burbuja en el que solamente encuentro musulmanes y en el que la mayoría de los clérigos no creen que el hombre llegó a la luna. Tenés razón en estar preocupado”.
Pero esto no es todo.
Husain habla loas de lo que sucede en Emiratos Árabes y Arabia Saudí, pero ellos no carecen de limitaciones. Es verdad que Muhammad Bin Salman y su gobierno están buscando reformar su país, sacándole poder a los clérigos y a la Hermandad Musulmana.También solicitó a los musulmanes viviendo en el exterior que rechacen el terrorismo y que no se opongan a las instituciones seculares que suelen encontrar cuando llegan al Oeste. Les solicitó ser abiertos a la crítica y a los debates constructivos.
Pero cuando le preguntaron a su ministro de relaciones exteriores, Al-Issa, si el Islam discrimina a las mujeres, él calificó esto como Islamofóbico. Entonces, hay límites obvios a su “apertura”. Los “moderados” no lo son tanto. Y compiten contra musulmanes ingleses radicalizados que siempre hacen más ruido.
Moazzam Begg is un musulmán radical nacido en Birmingham. Para él, los musulmanes son víctimas de Islamofobia y los ataques contra su religión son racistas (curiosa ampliación del concepto, de lo racial a lo religioso). Cuando se le menciona al príncipe saudí, responde que este no sabe nada acerca de las condiciones en las que viven los musulmanes en Reino Unido y que nadie está obligado a seguir las leyes “inmorales” del gobierno inglés. Para él, MBS y Al-Issa son títeres de Occidente, además de asesinos que no dudan en descabezar a quienes se les oponen. Esto último es difícil de refutar, por más moderados que sean en Arabia.
Parece que Reino Unido está atrapado entre dos corrientes de Islam: una radical, que busca un califato mundial y para quienes las reglas inglesas no importan; y otra menos radical, para quienes criticar el trato que ellos les dan a las mujeres es islamofóbico, pero que pueden llegar a aceptar que el derecho de cada estado es el prioritario. Ninguna de los dos es aceptable.
Es más, Al-Issa expresa el punto central de toda esta discusión: “la religión es mucho más central para la mayoría de los musulmanes que para los cristianos”. Irremediablemente, siguen mezclando religión con derecho y acá está la clave. Aceptar críticas a una ley o hasta a un país es mucho más fácil que aceptar críticas a algo que forma nuestra identidad tanto como la religión. Las leyes no dejan de ser normas jurídicas de alcance general que todos acordamos cumplir, con propósitos específicos, redactadas con claridad y que, en última instancia, pueden ser atacadas a través del poder judicial o modificadas a través del legislativo. Esta forma liberal, científica y secular de reglamentar una sociedad no tiene una existencia definitiva en el mundo musulmán. No atravesaron el mismo proceso que a la Iglesia Católica le permitió encontrar su versión evolucionada actual, y que posibilitó el surgimiento del constitucionalismo liberal no religioso que rige en los países de europeos de la actualidad.
Esto deja a las partes en este debate separadas por un abismo epistemológico. Una argumentando a nivel sociológico, legal y secular, y otra discutiendo a nivel religioso. Una resolviendo cuestiones morales y disputas legales a través de la aplicación de normas jurídicas modernas, y otra a través de dictámenes de clérigos religiosos, cuyas oscuras interpretaciones dependen de su propio criterio y del contexto de cada caso concreto, incluyendo el sexo de las partes.
Los líderes principales del Oeste parecen incapaces de reconocer esta diferencia de forma sincera y honesta. Sorprende en particular que la izquierda, histórica defensora de la libertad de expresión, de los derechos de las mujeres y los homosexuales y la principal impulsora de la equidad, la diversidad y la igualdad, permita y defienda al islamismo. La tolerancia a la intolerancia no es solamente de parte de los musulmanes moderados. Es difícil discutir con una contraparte cuando no se presenta un frente común, permitiendo así las más irracionales inconsistencias. En este sentido, el Islam está más unificado y tiene más cohesión que Europa, lo que les da una importante ventaja a la hora captar indecisos y políticos desesperados por votos.
Parecen haber reacciones de partidos como Reform UK y parte de los conservadores. Veremos si son suficientes para presentar un proyecto que supere lo hecho por Labour hasta ahora. Por ahora no alcanza y el oficialismo inglés puede pagar un alto precio por esto, más rápido de lo que pensamos.